Por: Ángel Massiris Cabeza (Clic para ver currículum)
La música hace parte de la cultura inmaterial de los pueblos. Las canciones reflejan el sentir y el modo de vida de dichos pueblos y contribuyen a la construcción de su identidad cultural. Tal como lo expresan Rodríguez, Grande y González, (2002)*, las canciones con sus letras y melodías constituyen por sí solas un valor cultural y son, al mismo tiempo, el fondo sobre el que se proyectan pequeños fragmentos de la cultura de un pueblo; lo musical es, por tanto, mucho más que una manifestación artística, “es un fenómeno cultural que no conoce fronteras y que actúa, por una parte, como reflejo de nuestras actitudes y convicciones personales, y por otra, como espejo de la manera de sentir y relacionarse de una sociedad en una época determinada” (Santos Asensi, 1997:129; citado por Rodríguez, Grande y González, 2002:760)*.
En el contexto anterior, las canciones viejas grabadas en discos son mucho más que piezas musicales capturadas fonográficamente; las etiquetas o marbetes de los fonogramas junto con las letras y melodías de las canciones, contienen datos e información que constituyen testimonios históricos y fragmentos de conocimientos, los cuales, articulados conceptualmente de modo apropiado, aportan a la comprensión de los orígenes y desarrollo de la cultura musical de un pueblo y de sus valores patrimoniales en esta materia. Los coleccionistas de música atesoran discos generalmente para su satisfacción personal, mientras los investigadores musicales contextualizan y dan sentido geocultural o socio-cultural a las canciones y, ambos, al divulgar sus tesoros en el caso de los primeros y resultados de trabajos en el caso de los segundos; contribuyen a la preservación de la memoria histórica-musical de los pueblos. Por ello hay que exaltar el aporte de muchos coleccionistas, quienes, desprendidos de egos o vanidades personales, están compartiendo audios y etiquetas de sus tesoros musicales en las redes sociales o páginas web contribuyendo, con ello, a la labor de investigadores quienes, como en mi caso, buscan el conocimiento y la preservación de la memoria histórica del patrimonio artístico musical local, regional y nacional. En mi nota anterior publicada en este medio titulada “Nacimiento de la discografía sinuana”, mencionaba el caso de Juan Camilo Castañeda, miembro de la "Corporación de Coleccionistas de Música de Envigado", quien divulgó recientemente el audio y marbete del disco de la canción “El buey”, un emblemático porro sinuano pionero de la discografía de música de viento del Caribe colombiano y hoy quiero destacar a Jorge Guerra** quien divulgó recientemente la primera grabación del artista guamalero Julio Erazo: “La puya guamalera”, prensada en el año 1950 por el sello Atlantic, con lo cual dicha grabación queda plenamente documentada llenando un vacío de mi libro “Historiografía documentada de la producción fonográfica del Caribe colombiano en la primera mitad del siglo XX”. A continuación, les comparto el audio y marbete divulgados por Jorge Guerra.
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Fuentes citadas:
*Rodríguez María Isabel, Grande Verónica, González Noelia (2002), “Cultura musical / música cultural: dos caras de una misma moneda”, en: Manuel Pérez Gutiérrez y José Coloma Maestre (eds.). El español, lengua del mestizaje y la interculturalidad. Actas del XIII Congreso internacional de la Asociación de enseñanza del español como lengua extranjera (ASELE), Murcia 2-5 de octubre de 2002.
**Jorge Guerra: https://www.facebook.com/profile.php?id=100040810178953
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