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Geosímbolos en la música vallenata y caribeña colombiana


 

Autor: Ángel Massiris Cabeza
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Correo: massiris@gmail.com

 Los geógrafos y otros cultores de las ciencias humanas utilizamos el concepto de geosímbolo para referirnos a hechos histórico-culturales, que tienen una dimensión simbólica e identitaria, como resultado de procesos de apropiación social por parte territorios locales (veredas, corregimientos, poblados pequeños), municipales, departamentales, regionales o nacional. Se trata de símbolos, en muchos casos, ligados a hechos históricos como ocurre con el Puente de Boyacá o las murallas de Cartagena en el ámbito nacional; en otros casos son hechos culturales ligados a relaciones topofílicas (amor por los lugares) o a fiestas populares entroncadas en la cultura de los pueblos como en el caso de las fiestas de toros celebradas en las sabanas del Bolívar Grande, las fiestas de carácter religioso, carnavales como el tradicional Carnaval de Barranquilla, festivales icónicos como el de la Leyenda Vallenata y el Festival del Porro de San Pelayo etc. Otros geosímbolos culturales han nacido o se han resignificado a partir de los cancioneros locales o regionales como ocurre, con las músicas del antiguo territorio del Magdalena Grande que han convertido en geosímbolos musicales al Cerro Pinta´o, el Cerro Murillo, la Sierra Nevada de Santa Marta, la Serranía del Perijá, el río Guatapurí, el río Cesar, el río Badillo, el río Magdalena, la Vela del Marquesote y el Cabo de la Vela, entre otros; y en el caso del territorio del Bolívar Grande: el río Sinú, el río San Jorge, el Cerro e' maco, los Montes de María y la Plaza de Majagual, para solo mencionar algunos.

En el contexto anterior, las canciones y la vida de artistas y familias musicales del Caribe colombiano han sido generadoras o potenciadoras de geosímbolos, al construir identidades y territorialidades culturales, a partir de vínculos afectivos o topofílicos de los pueblos con algunos lugares o hechos. La canción del compositor Luis Herrán “El guayabo de la Ye” interpretada por Lisandro Meza convirtió en geosímbolo al lugar de la Ye (Sahagún, Córdoba), en el que la carretera que viene de Sincelejo se bifurca en dirección hacia Medellín o hacia Montería. Lucho Bermúdez convirtió en geosímbolo la casa campestre, taller y lugar de encuentro del músico y escultor antioqueño Jorge Marín Vieco, a la que le hizo la canción “Salsipuedes”, nombre que el propietario de la casa adoptó desde finales de los años cuarenta; igual ocurrió con la población bolivarense de Carmen de Bolívar convertida por Bermúdez en geosímbolo musical, gracias a la emblemática canción que lleva este nombre; Calixto Ochoa convirtió en geosímbolo a la población de Mata de Caña (Lorica, Córdoba), Armando Zabaleta hizo lo propio con el corregimiento de Patillal (Municipio de Valledupar, Cesar) con su canción “No voy a Patillal”; Carlos Huertas lo hizo con el municipio de Fonseca (La Guajira) a través de su canción “El cantor de Fonseca”, Alejandro Durán con Altos del Rosario (Bolívar) mediante la icónica canción que lleva ese nombre, Juan Polo Valencia con Flores de María (Magdalena) gracias a la popular canción “Alicia adorada”, Samuel Martínez (Samuelito) convirtió en geosímbolo al corregimiento de La Loma (El Paso, Cesar) con la emblemática canción que lleva este mismo nombre y Adolfo Pacheco hizo lo mismo con su Matria** San Jacinto; para solo mencionar algunos ejemplos. La gran popularidad del cantautor Diomedes Díaz llevó, incluso, a convertir en geosímbolo musical “la ventana marroncita” de una vivienda donde daba serenata a una mujer, ventana que hizo famosa a través de la exitosa composición titulada “Tres canciones” y a una popular telenovela realizada sobre su vida y obra. También son notables geosímbolos musicales referidos a paisajes como el cardón guajiro y el paisaje sabanero (“Los sabanales”). Otros geosímbolos musicales se han construido alrededor de árboles endémicos de nuestra Caribe como el guayacán, la bonga y la ceiba (“La ceiba de Villanueva”; “La ceiba del Puerto”); otros, considerando elementos siderales territorializados como la luna sanjuanera.

Pero no solo los artistas costeños han creado o impulsado geosímbolos a partir de canciones.  también se han producido asociados a lugares de nacimiento y sitios donde vivieron. La popularidad del cantautor Diomedes Díaz convirtió en geosímbolo al corregimiento de Carrizal, lugar de su nacimiento, perteneciente al municipio de San Juan del Cesar (La Guajira). Este municipio es, a su vez, un geosímbolo creado por familias musicales territoriales (sin vínculos consanguíneos, pero nacidos en un mismo territorio) de música vallenata tales como los autores y compositores: Hernando Marín, Máximo Movil y Roberto Calderón, así como talentosos acordeonistas como Juancho Rois y Franco Argüelles, todos nacidos en el municipio de San Juan del Cesar. Igual ocurre con el municipio de Villanueva, convertido en geosímbolo musical por ser cuna de grandes artistas y familias musicales vallenatas entre las que se destacan: la familia Zuleta, la familia Romero, la familia Celedón y la familia Cuadrado, entre otras. Cabe mencionar también a la población y municipio de Patillal no solo inmortalizada por la canción “No voy a Patillal” mencionada antes, sino por ser la cuna de dos emblemáticos compositores: Freddy Molina y Rafael Escalona. También se destaca la población y municipio de San Pelayo un geosímbolo del departamento de Córdoba, por ser cuna o epicentro musical de grandes compositores y familias musicales de bandas sinuanas de música de viento; también es un geosímbolo la población y municipio de Ciénaga de Oro,  cuna de José Pianeta Pitalúa, Pablito Flórez y Lucy González, grandes exponentes de la música folclórica y popular, quienes en conjunto con los músicos de bandas han contribuido a forjar la cultura musical del departamento de Córdoba.

Otros hechos culturales que podrían ser geosímbolos musicales tienen que ver con las casas o lugares donde íconos de la música del Caribe colombiano vivieron o desarrollaron su talento artístico, tales como Ángel María Camacho y Cano, Adolfo Mejía, José Barros, Cipriano Guerrero, Ladislao Orozco, José Pianeta Pitalúa, Francisco “Pacho” Galán, Guillermo Buitrago, Emiliano Zuleta Baquero, Lorenzo Morales, Abel Antonio Villa, Rafael Escalona, José María Peñaranda, Alejandro Durán, Francisco “Pacho” Rada, Luis Enrique Martínez, Pedro Laza, Clímaco Sarmiento, Rufo Garrido, Crescencio Salcedo, Luis Carlos Meyer y Estercita Forero; para solo mencionar algunos. En la mayoría de estos casos la falta de apropiación social de los pueblos y la desidia de las autoridades administrativas han impedido la creación o el impulso de geosímbolos de gran alcance espacial y patrimonial, ligados a la vida artística de los personajes mencionados y de otros no mencionados por limitaciones de espacio.

Los geosímbolos musicales no son estáticos, no se circunscriben al territorio local, municipal, departamental o regional donde fueron creados, sino que en muchos casos viajan a lugares remotos gracias a las grabaciones fonográficas, los libros y otros medios de comunicación ampliando con ello el reconocimiento y alcance espacial de los mismos, convirtiéndolos en atractivo turístico, como ocurre con los grupos sociales y personas de Monterrey (México) y de otros países y regiones colombianas quienes viajan a Valledupar atraídos por el Festival Vallenato y los geosímbolos asociados a la música vallenata.

De todo lo anterior, se desprende que los pueblos del Caribe colombiano a través de su historia y de su arte musical han creado un abundante número de geosímbolos, cuya identificación, definición y localización geográfica constituye un sólido soporte para la elaboración de un diccionario de geosímbolos culturales o musicales por localidades, municipios o departamentos, a partir del cual se refuerce la identidad de las nuevas generaciones con lo vernáculo y el conocimiento de las tradiciones locales y regionales que permita a los pueblos luchar contra el embate destructor de las culturas foráneas globalizantes. Para ello, es importante considerar que no todo lugar, paisaje, hecho cultural o elemento natural o sideral es por sí mismo un geosímbolo, el hecho de que un lugar o hecho sea mencionado en una canción no lo convierte en un geosímbolo, este carácter está determinado por la apropiación social y territorial de los pueblos, a partir de lo cual se crean los símbolos que trascienden a una persona o grupo pequeño para convertirse en una fuerza identitaria poderosa, capaz de representar la cultura de un pueblo en distintas escalas espaciales y niveles territoriales. Con seguridad que los lectores de este escrito tendrán en mente muchos más geosímbolos creados por el arte musical costeño, los invito a proponerlos en sus comentarios, argumentando la razón por la cual lo consideran geosímbolo.

*Geógrafo y licenciado en Ciencias Sociales con maestría y doctorado en geografía. Profesor, investigador y consultor internacional en temas geográficos, regionales y de ordenamiento territorial. En los últimos años ha trabajado en la línea de investigación sobre música del Caribe colombiano desde una perspectiva geocultural y territorial.
 
**Matria es un neologismo utilizado por escritoras como Isabel Allende para representar la reconstrucción del término Patria, el cual se usa habitualmente junto con madre en la expresión madre patria. Ha sido adoptado en compos como la anttropología y los estudios de género.
 

1 comentario:

  1. No es del todo fácil adentrarse al fondo de la literatura poética que el autor aplica en sus canciones, pero después de leer el análisis tan cuidadoso y exhaustivo que hace el Doctor Massiris a la prosa utilizada en la excelsa obra de tan eminente compositor, no sabría uno si recurrir a escuchar sus canciones acompañado de una buena copa de vino o leer repetidamente el texto de nuestro sincero amigo Ángel, al calor de un buen whisky en las rocas, degustando esa acertada apreciación literaria que describe en su intimidad cada frase, cada verso y sobre todo, cada gama de motivación que va girando alrededor de la sensibilidad del evento, lo que para el autor es solo una ligera visita a la morada de su musa, para el analista es trabajo de una obra más de arte en la que se encarga de acertar y coincidir al escudriñar el pasado de la memoria del autor, lo cual ya fue admitido por el doctor Fernando Meneses, al verse reflejado en lo expresado por el doctor Ángel Massiris Cabeza.
    Un excelente autor y un formidable escritor.

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